Una de las señas de identidad del Meriva es el sistema de apertura de
las puertas traseras. Un sistema que en la publicidad de Opel presentan
como revolucionario desde el punto de vista de la comodidad.
Pero, si es así, ¿por qué no lo emplean todos los vehículos de cuatro puertas?
Realmente,
después de llevar con el coche más de dos meses y 6000 km, todavía no
es fácil decir si el sistema es mejor o peor que el de un coche
convencional. Claramente es preferible cuando en las plazas traseras
viajan personas con problemas de movilidad ya que, abriendo
completamente la puerta, el acceso es mucho más cómodo. También es
preferible cuando son niños pequeños los que viajan y un adulto ha de
ponerlos sobre sus sillas y atarles el cinturón. En este coche, el
adulto no se tiene que retorcer sobre los asientos traseros para hacer
esta operación. Además el sistema de apertura permite que si vas a
entrar en el puesto de conducción, puedas dejar por ejemplo un abrigo en
las plazas traseras abriendo directamente la puerta trasera sin moverte
de la posición.
Todo parecen ventajas pero, ¿dónde
está el problema? Yo hasta ahora sólo he encontrado uno. Cuando aparcas
en batería con coches a ambos lados, normalmente no tienes espacio para
abrir completamente la puerta del coche. Es cuando debes abrir con
precaución de no machacar al coche de al lado y te tienes que deslizar,
si vas en las plazas delanteras, hacia las zona trasera para poder
salir. En esas circunstancias, en este coche, si van ocupantes delante y
detrás, se tienen que poner de acuerdo para salir para no chocar ya que
los de delante saldrían hacia atrás y los de atrás hacia delante.
Parece una tontería pero las primeras veces te lías y se producen
situaciones cómicas. Ese es el único pero que le pongo al sistema de
apertura de puertas del Meriva.
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